En el diario El Periódico, el día lunes 2 del presente mes, la columnista María Olga Paiz, publica un artículo interesante sobre la experiencia de vida en un condominio. Por ser muy coincidente con la vida diaria del condominio, en muchos de sus argumentos, se reproduce textualmente la publicación:
"Guatemala, lunes 02 de agosto de 2010
laColumna:
Espécimen de condominio
María Olga Paiz mopaiz@elperiodico.com.gt
Un condominio es un pueblo chico. Y el infierno puede ser grande. Siempre está la modosa vecina que no quiere ver tus calzones tendidos al sol y el villano que te mata al gato y el descuidado que tiene un perro que se orina en la centenaria colección de bonsáis y el inconsciente que lava el carro aunque escasee el agua y el abusivo que estaciona a las visitas frente a tu garaje, aunque también la samaritana que te saca de apuros prestándote una barra de mantequilla a las ocho de la noche y el que compra las galletas hechas por los niños y el ingeniero que se encarga ad honórem de la bomba de agua.
El condominio es el refugio urbano del caos y la inseguridad que reina en las ciudades grandes. Al menos tenés ahí la certeza de que no te inaugurarán un kinder o una crianza de cerdos en la misma cuadra. Los guardias de la garita disuaden a los ladrones de llegar con camión de mudanzas a vaciarte la casa en Año Nuevo y los niños salen a montar bicicleta sin aprensión. Por una módica cuota, un montón de clasemedieros pueden disfrutar de espacios para esparcimiento de la clase superior: un retazo de césped bien cuidado o un número limitado de árboles, un salón para fiestas, piscina, gimnasio o canchas deportivas.
El condominio es una ciudad sitiada sobre el que mantenés la ilusión de control porque conocés por nombre a la administradora en la que has delegado el poder y a sus hijos y a su perro. También porque las casas han sido cuidadosamente homogenizadas, lo que si no excluye minimiza la incómoda convivencia con personas de otras costumbres y exóticos gustos estéticos. Para el resto de posibles roces tenés un código o normativa útil para resolver disputas y, en su defecto, el viejo recurso de control social de las pequeñas poblaciones, el ostracismo. Con la vida en condominio me pasa como con la leche pasteurizada, aprecio las indiscutibles ventajas de consumir una bebida libre de bacterias, pero me persigue la certeza, insidiosa, de estarme perdiendo las experiencias degustativas y parasitarias que tendría al pie de la vaca."
"Guatemala, lunes 02 de agosto de 2010
laColumna:
Espécimen de condominio
María Olga Paiz mopaiz@elperiodico.com.gt
Un condominio es un pueblo chico. Y el infierno puede ser grande. Siempre está la modosa vecina que no quiere ver tus calzones tendidos al sol y el villano que te mata al gato y el descuidado que tiene un perro que se orina en la centenaria colección de bonsáis y el inconsciente que lava el carro aunque escasee el agua y el abusivo que estaciona a las visitas frente a tu garaje, aunque también la samaritana que te saca de apuros prestándote una barra de mantequilla a las ocho de la noche y el que compra las galletas hechas por los niños y el ingeniero que se encarga ad honórem de la bomba de agua.
El condominio es el refugio urbano del caos y la inseguridad que reina en las ciudades grandes. Al menos tenés ahí la certeza de que no te inaugurarán un kinder o una crianza de cerdos en la misma cuadra. Los guardias de la garita disuaden a los ladrones de llegar con camión de mudanzas a vaciarte la casa en Año Nuevo y los niños salen a montar bicicleta sin aprensión. Por una módica cuota, un montón de clasemedieros pueden disfrutar de espacios para esparcimiento de la clase superior: un retazo de césped bien cuidado o un número limitado de árboles, un salón para fiestas, piscina, gimnasio o canchas deportivas.
El condominio es una ciudad sitiada sobre el que mantenés la ilusión de control porque conocés por nombre a la administradora en la que has delegado el poder y a sus hijos y a su perro. También porque las casas han sido cuidadosamente homogenizadas, lo que si no excluye minimiza la incómoda convivencia con personas de otras costumbres y exóticos gustos estéticos. Para el resto de posibles roces tenés un código o normativa útil para resolver disputas y, en su defecto, el viejo recurso de control social de las pequeñas poblaciones, el ostracismo. Con la vida en condominio me pasa como con la leche pasteurizada, aprecio las indiscutibles ventajas de consumir una bebida libre de bacterias, pero me persigue la certeza, insidiosa, de estarme perdiendo las experiencias degustativas y parasitarias que tendría al pie de la vaca."
Cieeeerto, muy cieeeerto!!!!
ResponderEliminarBuen artículo, lo único que nos hace falta aquí, para estar mejor, es un administrador que "SI" sepa administrar, con conocimiento y experiencia necesarias para el cargo. En otras palabras, NECESITAMOS CAMBIO DE ADMINISTRADOR, pues a la actual Directiva le convendría para que el interés y empuje que han puesto en práctica, se facilite y que no tengan que lidiar con los problemas del vecino y tener que vigilar a una persona inoperante. Donald Azurdia
ResponderEliminarSi tiene el valor o agallas vaya y dígaselo de frente al administrador y hágalo legalmente y no con sus comentarios acá, esto no tiene validez y solo es para comunicar... Finalmente solo usted comenta.
ResponderEliminarCon relación a su comentario "anónimo" debería comenzar usted por identificarse, si es que tiene el valor o agallas como usted dice, sin embargo como no asistió a la asamblea no se dio cuenta que lo dije públicamente....
ResponderEliminarYa vio, solo usted comenta...... cosas que no sabe.... jajaja. Donald Azudia.